FERNANDO DE MAGALLANES
El recién descubierto continente Americano parece estar unido al sur
por las gélidas tierras australes, haciendo imposible la comunicación por mar
del que habría de llamarse el gran Océano Pacífico, hacia las lejanas islas de
las especias. En esta época Portugal ya había conseguido llegar a las Indias,
navegando por el sur de África, a través del cabo de Buena Esperanza llamado
entonces "cabo de las tormentas", en referencia a las terribles
tempestades que allí solían acechar.
En esta Europa que solo empieza a desprenderse del medioevo, no se
conocía ni la Patata, ni el tomate, ni el café, ni el té, ni el chocolate,
o el jengibre, la quina, el alcanfor, el incienso, el maíz, el clavo, la nuez
moscada, decenas de alimentos a los que ahora estamos tan acostumbrados a
consumir. El azúcar o el limón son raros, y un grano de pimienta se cambia por
su peso en oro. La alimentación entonces solía consistir en toscas carnes
a las brasas cuyo aburrido sabor, solo los ricos podían colorear con las
preciadas especias que viajaban en lentas caravanas de camellos a través de
Asia y Oriente, atravesando los mares infestados de piratas en el mar rojo y
cruzando desiertos y ciudades que enriquecían a los sultanes de la India, y de
Oriente medio. El comercio de las especias estaba bien controlado por los
árabes desde las islas de las Molucas donde crecían el clavo, la pimienta, o la
canela que finalmente llegaban a través del Mediterráneo, para ser distribuidas
por los ricos mercaderes Veneciano a precio de oro en toda Europa.
Para Europa enfrascada en guerras entre Francia, Alemania e Inglaterra, las
cruzadas tienen la doble vertiente de recuperar la tumba de Cristo,
pero también intentar controlar desde el mismo Oriente Medio, el
enorme y lucrativo tráfico de especias en poder de los árabes.
Mientras tanto, Portugal en el extremo Atlántico de la península Ibérica no
es más que un pequeño país de poca relevancia en este contexto mundial. Por
ello se dedica a la mar y descubre Cabo Verde, las costas Africanas, Madeira y
alcanza, venciendo el miedo a lo desconocido, la punta sur de África que les
conduce al Indico y finalmente a colonizar Madagascar, la India y parte de
Asia. En unas décadas, Portugal con sus descubridores y expertos navegantes
consiguen romper el monopolio de los árabes y se hacen con los mercados de las
especierías. En pocos decenios Portugal se ha convertido el Imperio más
grande del planeta.
Fernando de Magallanes
Nacido en Portugal en 1.480, participó a la edad de 25 años en la expedición del Virrey portugués de Asia, D. Francisco de Almeida, cuya misión era neutralizar el poder musulmán en la India. En 1.509 estuvo en Malaca con la expedición de Lope de Siqueira y participó en la conquista de Goa al sur de la India. Alfonso de Albuquerque logra mientras tanto ocupar Las Malucas. El imperio portugués está en plena expansión.
Magallanes, que consulta antiguos mapamundi y conoce a los más destacados
geógrafos del momento, está convencido de la existencia de un posible paso al
sur del continente Americano que permita el camino hacia las Indias. Pero a
pesar de su insistencia y convencimiento, no consigue el apoyo del Rey de
Portugal, Manuel El Afortunado, de modo que acude a la corte
de Carlos I, que más tarde sería proclamado emperador Carlos
V, en donde es acogido con el objetivo de buscar dicha conexión entre los
océanos Atlántico y Pacífico.
España, en posesión de las tierras de América occidental, necesitaba
encontrar este paso para lograr su ruta hacia la India y las islas Molucas en
el Pacifico Sur, ricas en especias, evitando la ruta de Buena Esperanza, que
pertenecía al reino de Portugal por el tratado de Tordesillas.
En 1.518 Magallanes propuso al Rey de Castilla buscar este paso, que Juan
Díaz de Solís había creído encontrar equivocadamente al descubrir el
estuario del Mar de la Plata. A cambio, Magallanes podría gobernar sobre
todas las nuevas tierras descubiertas y quedarse con una vigésima parte de las
ganancias producidas por sus descubrimientos. Tras numerosas vicisitudes e
intrigas, la corona Española otorgó a Magallanes en Sevilla 5 navíos y una
dotación de 250 hombres para la expedición, de las cuales sólo la
“Victoria” llegaría de vuelta con 17 supervivientes, dándose por
desaparecidas la “Trinidad” la “San Antonio”, la “Concepción” y la “Santiago”.
El rey de Portugal nunca quiso escuchar a Magallanes, excelente marino, soldado, y gran patriota. Fernando es poco diplomático y en extremo nada político. El despechado marino es escuchado en la corte del rey de España que en pocos meses muestra un enorme interés por su propuesta. Cuando el rey de Portugal se entera de los planes de Magallanes y la corona española, desea recuperarlo para su causa y evitar que España pueda encontrar esa posible ruta y por tanto competir económicamente con Portugal. Ante las negativas de Magallanes, el embajador de Portugal cual novela de espías, trama todo tipo de argucias para recuperar a Magallanes o en su defecto, acabar con su expedición o con su vida.
El terrible invierno
Durante el mes
de Diciembre, Magallanes bordea la bahía de Río de Janeiro y posteriormente se adentra
en la profunda bahía del Río de la Plata en donde piensa que podría existir ese
posible paso hacia el Oeste, tan ansiado y por el que ha apostado su prestigio
ante la corona española. No lo encuentra y por ello prosigue hacia el sur
costeando por tierras desconocidas hasta entonces.
Los capitanes españoles de las otros 4 navíos
comienzan a recelar de la rotundidad con la que asegura Magallanes la
existencia de dicho paso, al ver que el almirante de la flota ha mandado
escudriñar toda la bahía del mar de la plata sin descubrirse el paso y que
desde entonces Magallanes ordena recorrer hacia el sur todas y cada una de las
bahías en aparecen. El tiempo en esas latitudes es ya infernal y el oscuro
invierno se cierne sobre ellos. Los ánimos en las diferentes tripulaciones
no podían ser peores.
Los crecientes temporales y la llegada del invierno le
obligan a fondear en la bahía de San Julián durante medio año esperando la
llegada de la primavera austral. Las condiciones invernales son muy duras y
algunos capitanes se insubordinan, pero Magallanes consigue con gran astucia y
valentía neutralizar la rebelión con un mínimo número de bajas.
Al llegar la primavera Magallanes continúa costeando
rumbo Sur mandando en ocasiones a la "Santiago" de menor tonelaje y
más rápida, para que a modo de avanzadilla pueda investigar la nueva costa
descubierta. En una de estas incursiones la "Santiago" se demora
varios días y finalmente aparecen en el horizonte dos hambrientos marineros que
llegan tras penosos esfuerzos retrocediendo por la costa y sobreviviendo de
raíces y bayas salvajes. Se mandan a remo unas barcas que consiguen recuperar
con vida a la tripulación del "Santiago" estrellada y deshecha en
astillas contra las rocas debido a una fuerte tempestad sufrida en un cabo más
al sur.
Pero la expedición continúa a pesar del escondido
desánimo de Magallanes que ya comienza a pensar en un horrible fracaso. En las
costas que ahora recorren aparecen habitantes locales que doblan en altura a
los españoles. Están en la Patagonia que recibe este nombre por las grandes
“patas” de los nativos que allí vivían, los cuales se envolvían los pies con
voluminosas pieles para protegerse del penetrante frío. En vista de su fracaso
y del mal tiempo que impera, Magallanes decide fondear la flota durante dos
meses más en una nueva e inhóspita bahía que en su desconocimiento estaba a
solo unas decenas de millas de navegación del ansiado paso que tanto
deseaba descubrir.
El descubrimiento del laberinto
El 21 de octubre Magallanes alcanzó el cabo Vírgenes
desde donde recorrió un profundo estrecho que bautizó como Estrecho paso de
Todos los Santos, por descubrirse el día de todos los santos. En la zona se
topa con indígenas envueltos en pieles, conocidos actualmente como los
tehuelches. Durante semanas navegan descubriendo islas y canales en las Tierra
de Fuego que así bautiza por las numerosas fogatas de los nativos, que se
observan en los bosques diseminadas por todas partes.
La exploración es lenta y se avanza y retrocede entre interminables y
laberínticos canales. Pero cada vez se hace más evidente que estos fiordos
deben de tener salida al otro gran mar, pues la sonda sigue siendo grande, sus
aguas son saladas, y se sigue manifestando la intensidad de las mareas. La
flota navega por sus turbulentas aguas en las que bruscamente se desatan gélidos
vientos de extraordinaria intensidad.
En cuanto se alcanza una nueva bifurcación, Magallanes manda a cada nave
por uno de los brazos citándose en el mismo lugar en un máximo de 5 días. Pero
ya ha pasado más tiempo y la "San Antonio" y la
"Concepción" siguen sin aparecer. Cuando ya se teme lo peor aparece
un humo blanco y al poco tiempo una vela. Finalmente, la segunda también y los
dos barcos están a salvo! Ya ha pasado más de un mes entero de
continuadas exploraciones en las que se siguen dispersando los cuatro navíos
para agilizar la búsqueda de la salida. Esta vez la "Victoria" parte
al noroeste y las "San Antonio" y "Concepción" se adentran
por otros brazos de agua oscura. La pequeña "Victoria" desemboca en
un brazo que se ensancha por momentos y al cabo de media jornada de navegación
no deja lugar a dudas, de haber logrado salir al nuevo Océano Pacífico. Regresa
con júbilo celebrando salvas con sus cañones que al principio hacen temer un
desastre al siempre reservado Magallanes que ante tal noticia, una vez contado
el relato por el capitán de la Victoria se hecha a llorar de alegría por única
vez en su vida. Había estado en lo cierto desde el principio: ahora sólo tenía
que seguir las brisas cargadas de aroma de especias para alcanzar las Indias
Orientales.
Ya han pasado varios días y los otros dos barcos siguen sin aparecer lo
cual hace presagiar lo peor. Un día más tarde se divisa la
"Concepción" entre los canales de uno de los fiordos pero su
tripulación no sabe nada de la "San Antonio". El tiempo es bonancible
y no se encuentran restos de ningún desastre naval, lo que indica que el
"San Antonio" el navío más grande, el mejor pertrechado y el que
transportaba el mayor número de víveres ha desertado y regresado a
España. La alegría se contrapone a la enorme preocupación por continuar por un
nuevo océano sin apenas víveres y del que se desconoce cualquier información.
Finalmente deciden explorar las tierras del sur de Chile para tomar rumbo
Noroeste hacia un horizonte desconocido con la esperanza de alcanzar
las Islas Molucas que pensaba encontrar a poca distancia. Por desgracia, las
encalmadas son continuas. Al igual que la mayoría de los exploradores de su
época, Magallanes no tenía ni idea de las enormes distancias que debía recorrer
y, cuando llevaba más de un mes en alta mar sin avistar tierra, los tripulantes
empezaron a padecer hambre. La lenta navegación se alarga durante 3 meses y 20
días de sufrimiento en los cuales no encuentran ninguna tierra, mientras
sus hombres fallecen enfermos por el escorbuto y otras enfermedades.
El alimento podrido y las galletas con gusanos son un gran manjar, al
compararse con el cuero y los forros de las fogonaduras de los palos que son
ablandadas en agua de mar para poder ser despedazados y cocinados como comida.
El polvo de galletas es mezclado con serrín de madera para
adulterar el volumen y engañar al estómago. La maltrecha y diezmada tripulación
subsiste sin víveres y con la escasa agua podrida durante muchas semanas hasta
alcanzar las islas de Guam que ven aparecer como el esperado paraíso. Las islas
están habitadas por nativos que despreocupados les roban cualquier pertenencia
sin ninguna conciencia de mal. Una vez repuestos con agua fresca, frutas y
alimentos tienen que recorrer los poblados para requisar los bienes tomados por
estos nativos de la Micronesia.
Descubrimiento de las islas selváticas de Filipinas
Tras reponerse de esta interminable travesía del mar Pacífico alargada durante
medio año desde que abandonaron las frías costas de la bahía de San
Julian, Fernando de Magallanes decide continuar su periplo rumbo al Oeste
ayudado por los vientos alisios, y en sólo 12 días alcanza un extenso
archipiélago selvático con idílicas costas habitadas por amistosos indígenas.
Anclado en el actual Cebú, toma posesión en nombre del rey de España
nombrando a estas islas como las islas de San Lázaro. En su afán por
cristianizar, bautiza en la mañana del 16 de Marzo del año 1.521 a mil
indígenas entre ellos al Jefe tribal Humabón enfrentado
con LapuLapu jefe de la vecina isla de Matcán. Por ayudar al
reciente cristianizado Humabón, Fernando de Magallanes se involucra
y desembarca en Matcán con solo 50 hombres, pero es recibido por una nube de
flechas que le da muerte y deja malheridos a sus hombres. El jefe Humabón al
comprobar que los cristianos no son invulnerables les prepara una emboscada y
mata a otros 20 hombres de Magallanes. Son tantas las bajas que la expedición
sólo cuenta con 108 hombres insuficientes para los tres navíos llegados a las
Filipinas, por lo que deciden quemar la “Concepción” en peor estado y continuar
en dos de ellas.
Es a partir de este desgraciado incidente, cuando se hace cargo de la
expedición JUAN SEBASTIAN ELCANO.
Desde las actuales islas Bisayas (Filipinas), la expedición de Magallanes,
ahora de Elcano hace rumbo Suroeste hasta alcanzar las costas de la
gran isla de Borneo en donde el Sultán les acoge amablemente. Tras
hacer escala en Timor alcanzan las islas Molucas donde cargar las bodegas con
las apreciadas especias. Los portugueses allí establecidos les intentan
capturar por lo que se apresuran a salir de nuevo a la mar abandonando el navío
Trinidad que hundieron para que no fuera apresado por los portugueses.
Los 47 hombres que quedan aún vivos al mando de Juan Sebastián Elcano
navegan ahora hacia el Cabo de Buena Esperanza y alcanzan posteriormente las
portuguesas islas de Cabo Verde de las que tienen que salir de nuevo en huida
acosados por los portugueses. Tras un último esfuerzo, Juan Sebastián arriba
tras una dramática travesía en San Lúcar de Barrameda, el 6 de septiembre de
1.522, con solo 18 hombres y una nave.
Referencia de este texto: La web “FONDEAR.COM”
El relato de esta odisea, la del retorno de la expedición de Magallanes, al mando del marino vasco J.S. Elcano, merece ser contada en otro artículo .
Aunque ya han pasado las celebraciones de 500 aniversario (2022) de esta expedición, es tal su importancia que desde este club Náutico, deseamos insistir en su divulgación .
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