NOTA
viernes, 23 de junio de 2023
GUÍA DE BUENAS PRÁCTICAS - CHARLA
martes, 20 de junio de 2023
ERRORES DE UN NAVEGANTE
Este relato, publicado en la web de la "ASOCIACIÓN VASCA DE CAPITANES, PATRONES Y NAVEGANTES" (Itsasamezten), refleja casos reales, con humor y sacando consecuencias positivas.
UN WESTERLY (*), TRES TRIPULANTES Y DOCE ERRORES DE UN NAVEGANTE |
(*) Nota.-Es un barco tipo crucero a vela. Se construían, con gran calidad, en la zona de Southampton (R.U.), desde los años 1930 hasta finales de ese siglo XX
Volvía de Gijón en un barco de 30 pies, con una tripulación de conveniencia:
Era el primer lunes de agosto; habíamos salido tarde,
avanzada la mañana, a eso de las 12:30, debido a la gestión de compra una
batería por la mañana y de despedir a la tripulación que me había acompañado
durante la regata. No quería arriesgarme a que me fallara la batería y dado que
no tenía coche en Gijón tuve que dedicar bastante tiempo en acercarme a la
náutica donde me vendieron una batería de 90 AH. El retraso me supuso no tener
el barco preparado para cuando llegara la tripulación que me iba a acompañar y
ya tuve que escuchar el primer reproche o comentario incomodador. Mal comienzo
para una travesía; empiezo a comprender ciertas supersticiones de marineros.
El día era bueno, con algo de lluvia y viento flojo
del noroeste, lo que favorecía un poco la navegación, aunque también había una
ola de 2 metros, con mar de fondo del norte, que la hacía relativamente
incómoda.
Perdón, no os he hablado de los tripulantes que me
acompañaban:
Antonio, que si bien no tiene un título oficial
náutico, podemos afirmar que tiene algo de experiencia, al haber navegado en
tres veleros diferentes y con otras tripulaciones a lo largo de su vida
marinera; Paquita, la novia de Antonio, quien ha realizado navegación a motor
en el barco de su padre y, ya por último, Lucifer, una mezcla de perro de aguas
y terrier.
Había quedado con el patrón de otro barco en vernos en
Ribadesella para que nos ayudara con el amarre y/o dejarnos sitio en la zona
del pantalán de cortesía. Nos llevó la travesía hasta Ribadesella 5 horas
aproximadamente y, entre la ola de más de 2 metros, el perrito Lucifer que no
estaba acostumbrado a tanto tiempo en un barco, ni a tanto meneíto (imagino que
Paquita y Antonio, tampoco), la llegada a Ribadesella fue como una tabla de
salvación.
La marea estaba bajando y había que tener cuidado al
entrar por la ría. La primera parte no tuvo ningún problema, ya habíamos dejado
atrás las olas y nos sentíamos más relajados (PRIMER ERROR). Como yo llevé todo
el peso de la navegación, no miré las cartas (SEGUNDO ERROR). Tampoco tenía un
portulano a bordo (TERCER ERROR), pero al haberme informado con varios
armadores y patrones expertos, iba confiado. Demasiado confiado. Tanto que, ya
acercándonos a los pantalanes, no me fijé en las señales (CUARTO ERROR) y,
aunque iba bastante despacio, me aproximé por donde no debía y tocamos fondo,
un poco. Rápidamente puse marcha atrás y me largué de allí. En ese momento,
entendí las señas que nos hacían desde el barco que nos esperaba, ya amarrado
al pantalán. Di la vuelta y respeté por fin las señales y boyas rojas,
dejándolas por babor Había quedado por teléfono con los tripulantes de la otra
embarcación, en que me abarloaría, por el costado de babor. Poco a poco me fui
acercando, previendo una virada. La idea era abarloarnos proa con popa y de
esta forma evitar el contacto de las crucetas de los mástiles. Había pedido a
Antonio que preparase los cabos o estachas de amarre en las cornamusas de babor
y pusiera las defensas también a babor.
Abro un pequeño paréntesis para describiros cómo iba
yo pertrechado: llevaba el traje de agua porque había llovido un poco, un forro
polar para el frío, el chaleco salvavidas auto hinchable con botella (BIEN
HASTA AHORA) y el móvil sin funda (QUINTO ERROR) en el bolsillo del traje de
agua que no era estanco (SEXTO ERROR).
A unas cinco esloras, me comenta un tripulante del
otro barco que, dado que hay ya más barcos y que la maniobra de giro es
difícil, debido a la baja mar y a una aguja de roca que empezaba a asomarse, lo
más prudente era abarloarse a estribor. Doy orden a mi tripulación de que
cambien las defensas y, recordando que ni Antonio ni Paquita sabían hacer un
ballestrinque, les grité: “¡A ver si lo podéis poner bien!” (SÉPTIMO ERROR). Mejor
me hubiera quedado con la boca cerrada.
A cuatro esloras de la llegada, con el mar totalmente
en calma y con muy poco viento, se le cayó a Antonio una defensa al agua, antes
de ponerla en el guardamancebo. Yo iba a la caña, en el lado de estribor y, en
un acto de completa autoconfianza, me situé en el borde de la embarcación y
bajé la mano al agua, con la intención de coger la defensa cuando pasara cerca
de mí, pero me agaché demasiado (OCTAVO ERROR) y perdí el equilibrio,
cayendo al agua, quizás también fruto del cansancio.
Por suerte, el agua no estaba muy fría y pude
comprobar que el chaleco funcionaba bien, pues se hinchó inmediatamente. Pero
me encontraba en el agua con el chaleco totalmente inflado y con toda la ropa
puesta, así que todo ello me impedía el movimiento. A partir de ese instante,
todo empieza a ir muy rápido sobre todo en mí cabeza. Me acerqué a la defensa,
pero al tener el chaleco tan inflado, no conseguí alcanzarla, así que me vi
obligado a volver al Westerly. Les dije a todos que estaba bien, me quité el
chaleco y saludé al “público” intentando quitarme la vergüenza; saludo a los
compañeros navegantes formado por los compañeros de la otra tripulación que
estaban siguiendo muy atentamente mis maniobras. De pronto, me doy cuenta de que
la defensa se estaba alejando, así que me volví a lanzar al agua, esta vez sin
el chaleco (NOVENO ERROR), pero con todo: la ropa y playeras puestas (DÉCIMO
ERROR).
Poco a poco, con dificultad, me fui acercando y, al
cabo de un par de metros, empecé a notar que la ropa empezaba a pesar bastante
y me costaba mantenerme a flote y ya no era tan fácil llegar a la defensa, a
pesar de estar solo a 5 metros. En ese momento, se activaron en mi mente todas
las amenazas. Angustiado, empecé a imaginar que iba a ser noticia y que no me
gustaría nada ser famoso de esa forma trágica y a la vez cómica, por una
noticia desgraciada de esas donde el titular es “Patrón se ahoga a 10 metros de
su barco y a 10 m del pantalán en Ribadesella”.
Decidí volver al barco, abandonando la defensa, pero
estaba demasiado alejado. El peso de la ropa, sobre todo del forro polar, me
empujaba hacia el fondo y no tenía nada que flotara a mi alcance. Hice un
sobreesfuerzo y alcancé la defensa, aferrándome a ella, pero no fue suficiente:
mi cabeza ya había entrado en pánico y la ansiedad me hacía respirar muy rápido
(UNDÉCIMO ERROR). Empecé a pedir auxilio muy discretamente porque había muchas
personas mirando (por lo menos siete). Para auxiliarme, Antonio cogió uno de
los cabos de amarre que pesan más y no flotan y me lo lanzó, en vez del
salvavidas con rabiza que estaba junto a él. Pero, al ser muy resistente dicho
cabo y pesar mucho, pues su función es la de aguantar o remolcar un barco, se
hundió. Pensé: “¡Madre mía! ¡A dónde voy con estos tripulantes!”. Para pensar
eso sí me daba la cabeza: es lo que tiene el cerebro. Entonces, le pedí que
diera marcha atrás y se acercara a mí, pero el barco se paró. En un golpe de
lucidez, me acordé de que el Westerly cala sobre 1,7 metros y aún estaba a 4 metros
de mí y que yo medía más de 1,8 metros. Si el barco se ha parado, pensé, será
que la profundidad en esa zona es menor de 1,7 metros. Y di la orden a mis pies
para que tímidamente fueran bajando hasta tocar el fondo. Y sí, toqué el fondo.
Y bien tocado, porque me puse de pie y el agua me llegaba hasta el plexo solar
(vamos, que me llegaba a la altura de las tetillas). ¡Qué ridículo, por Dios!
Me fui andando hasta el barco y pillé el cabo que se
había quedado hundido, suerte que aún no se había enganchado en la hélice
(DUODÉCIMO ERROR: dejar un cabo colgando por popa con la hélice en movimiento y
en marcha atrás). Subí a cubierta y me quité la ropa con el móvil en uno de los
bolsillos. ¡Qué desastre! Retomé el mando de la embarcación y nos abarloamos al
otro barco...
Y ¿qué hacía Paquita? Pues... ¡Imagínatelo! Sacando
fotos con el móvil, cuando yo pensaba que me iba a ahogar.
Fin
Autor: Pedro Santisteban
lunes, 19 de junio de 2023
ESTADO ACTUAL DE "LA POZA"
RESERVA DE ORO EN NUESTRO VECINO CONCEJO TAPIA DE CASARIEGO
viernes, 16 de junio de 2023
CARTA MARINA AÑO 1926 REALIZADA POR LA REICHSWEHR ALEMANA
viernes, 9 de junio de 2023
ENTRADA RECIENTE DE ESTA ORIGINAL EMBARCACIÓN EN NUESTRO PUERTO
HISTORIA DEL VIAJE QUE CAMBIO EL MUNDO (20-11-1519 a 6-09-1522)
FERNANDO DE MAGALLANES
El recién descubierto continente Americano parece estar unido al sur
por las gélidas tierras australes, haciendo imposible la comunicación por mar
del que habría de llamarse el gran Océano Pacífico, hacia las lejanas islas de
las especias. En esta época Portugal ya había conseguido llegar a las Indias,
navegando por el sur de África, a través del cabo de Buena Esperanza llamado
entonces "cabo de las tormentas", en referencia a las terribles
tempestades que allí solían acechar.
En esta Europa que solo empieza a desprenderse del medioevo, no se
conocía ni la Patata, ni el tomate, ni el café, ni el té, ni el chocolate,
o el jengibre, la quina, el alcanfor, el incienso, el maíz, el clavo, la nuez
moscada, decenas de alimentos a los que ahora estamos tan acostumbrados a
consumir. El azúcar o el limón son raros, y un grano de pimienta se cambia por
su peso en oro. La alimentación entonces solía consistir en toscas carnes
a las brasas cuyo aburrido sabor, solo los ricos podían colorear con las
preciadas especias que viajaban en lentas caravanas de camellos a través de
Asia y Oriente, atravesando los mares infestados de piratas en el mar rojo y
cruzando desiertos y ciudades que enriquecían a los sultanes de la India, y de
Oriente medio. El comercio de las especias estaba bien controlado por los
árabes desde las islas de las Molucas donde crecían el clavo, la pimienta, o la
canela que finalmente llegaban a través del Mediterráneo, para ser distribuidas
por los ricos mercaderes Veneciano a precio de oro en toda Europa.
Para Europa enfrascada en guerras entre Francia, Alemania e Inglaterra, las
cruzadas tienen la doble vertiente de recuperar la tumba de Cristo,
pero también intentar controlar desde el mismo Oriente Medio, el
enorme y lucrativo tráfico de especias en poder de los árabes.
Mientras tanto, Portugal en el extremo Atlántico de la península Ibérica no
es más que un pequeño país de poca relevancia en este contexto mundial. Por
ello se dedica a la mar y descubre Cabo Verde, las costas Africanas, Madeira y
alcanza, venciendo el miedo a lo desconocido, la punta sur de África que les
conduce al Indico y finalmente a colonizar Madagascar, la India y parte de
Asia. En unas décadas, Portugal con sus descubridores y expertos navegantes
consiguen romper el monopolio de los árabes y se hacen con los mercados de las
especierías. En pocos decenios Portugal se ha convertido el Imperio más
grande del planeta.
Fernando de Magallanes
Nacido en Portugal en 1.480, participó a la edad de 25 años en la expedición del Virrey portugués de Asia, D. Francisco de Almeida, cuya misión era neutralizar el poder musulmán en la India. En 1.509 estuvo en Malaca con la expedición de Lope de Siqueira y participó en la conquista de Goa al sur de la India. Alfonso de Albuquerque logra mientras tanto ocupar Las Malucas. El imperio portugués está en plena expansión.
Magallanes, que consulta antiguos mapamundi y conoce a los más destacados
geógrafos del momento, está convencido de la existencia de un posible paso al
sur del continente Americano que permita el camino hacia las Indias. Pero a
pesar de su insistencia y convencimiento, no consigue el apoyo del Rey de
Portugal, Manuel El Afortunado, de modo que acude a la corte
de Carlos I, que más tarde sería proclamado emperador Carlos
V, en donde es acogido con el objetivo de buscar dicha conexión entre los
océanos Atlántico y Pacífico.
España, en posesión de las tierras de América occidental, necesitaba
encontrar este paso para lograr su ruta hacia la India y las islas Molucas en
el Pacifico Sur, ricas en especias, evitando la ruta de Buena Esperanza, que
pertenecía al reino de Portugal por el tratado de Tordesillas.
En 1.518 Magallanes propuso al Rey de Castilla buscar este paso, que Juan
Díaz de Solís había creído encontrar equivocadamente al descubrir el
estuario del Mar de la Plata. A cambio, Magallanes podría gobernar sobre
todas las nuevas tierras descubiertas y quedarse con una vigésima parte de las
ganancias producidas por sus descubrimientos. Tras numerosas vicisitudes e
intrigas, la corona Española otorgó a Magallanes en Sevilla 5 navíos y una
dotación de 250 hombres para la expedición, de las cuales sólo la
“Victoria” llegaría de vuelta con 17 supervivientes, dándose por
desaparecidas la “Trinidad” la “San Antonio”, la “Concepción” y la “Santiago”.
El rey de Portugal nunca quiso escuchar a Magallanes, excelente marino, soldado, y gran patriota. Fernando es poco diplomático y en extremo nada político. El despechado marino es escuchado en la corte del rey de España que en pocos meses muestra un enorme interés por su propuesta. Cuando el rey de Portugal se entera de los planes de Magallanes y la corona española, desea recuperarlo para su causa y evitar que España pueda encontrar esa posible ruta y por tanto competir económicamente con Portugal. Ante las negativas de Magallanes, el embajador de Portugal cual novela de espías, trama todo tipo de argucias para recuperar a Magallanes o en su defecto, acabar con su expedición o con su vida.
El terrible invierno
Durante el mes
de Diciembre, Magallanes bordea la bahía de Río de Janeiro y posteriormente se adentra
en la profunda bahía del Río de la Plata en donde piensa que podría existir ese
posible paso hacia el Oeste, tan ansiado y por el que ha apostado su prestigio
ante la corona española. No lo encuentra y por ello prosigue hacia el sur
costeando por tierras desconocidas hasta entonces.
Los capitanes españoles de las otros 4 navíos
comienzan a recelar de la rotundidad con la que asegura Magallanes la
existencia de dicho paso, al ver que el almirante de la flota ha mandado
escudriñar toda la bahía del mar de la plata sin descubrirse el paso y que
desde entonces Magallanes ordena recorrer hacia el sur todas y cada una de las
bahías en aparecen. El tiempo en esas latitudes es ya infernal y el oscuro
invierno se cierne sobre ellos. Los ánimos en las diferentes tripulaciones
no podían ser peores.
Los crecientes temporales y la llegada del invierno le
obligan a fondear en la bahía de San Julián durante medio año esperando la
llegada de la primavera austral. Las condiciones invernales son muy duras y
algunos capitanes se insubordinan, pero Magallanes consigue con gran astucia y
valentía neutralizar la rebelión con un mínimo número de bajas.
Al llegar la primavera Magallanes continúa costeando
rumbo Sur mandando en ocasiones a la "Santiago" de menor tonelaje y
más rápida, para que a modo de avanzadilla pueda investigar la nueva costa
descubierta. En una de estas incursiones la "Santiago" se demora
varios días y finalmente aparecen en el horizonte dos hambrientos marineros que
llegan tras penosos esfuerzos retrocediendo por la costa y sobreviviendo de
raíces y bayas salvajes. Se mandan a remo unas barcas que consiguen recuperar
con vida a la tripulación del "Santiago" estrellada y deshecha en
astillas contra las rocas debido a una fuerte tempestad sufrida en un cabo más
al sur.
Pero la expedición continúa a pesar del escondido
desánimo de Magallanes que ya comienza a pensar en un horrible fracaso. En las
costas que ahora recorren aparecen habitantes locales que doblan en altura a
los españoles. Están en la Patagonia que recibe este nombre por las grandes
“patas” de los nativos que allí vivían, los cuales se envolvían los pies con
voluminosas pieles para protegerse del penetrante frío. En vista de su fracaso
y del mal tiempo que impera, Magallanes decide fondear la flota durante dos
meses más en una nueva e inhóspita bahía que en su desconocimiento estaba a
solo unas decenas de millas de navegación del ansiado paso que tanto
deseaba descubrir.
El descubrimiento del laberinto
El 21 de octubre Magallanes alcanzó el cabo Vírgenes
desde donde recorrió un profundo estrecho que bautizó como Estrecho paso de
Todos los Santos, por descubrirse el día de todos los santos. En la zona se
topa con indígenas envueltos en pieles, conocidos actualmente como los
tehuelches. Durante semanas navegan descubriendo islas y canales en las Tierra
de Fuego que así bautiza por las numerosas fogatas de los nativos, que se
observan en los bosques diseminadas por todas partes.
La exploración es lenta y se avanza y retrocede entre interminables y
laberínticos canales. Pero cada vez se hace más evidente que estos fiordos
deben de tener salida al otro gran mar, pues la sonda sigue siendo grande, sus
aguas son saladas, y se sigue manifestando la intensidad de las mareas. La
flota navega por sus turbulentas aguas en las que bruscamente se desatan gélidos
vientos de extraordinaria intensidad.
En cuanto se alcanza una nueva bifurcación, Magallanes manda a cada nave
por uno de los brazos citándose en el mismo lugar en un máximo de 5 días. Pero
ya ha pasado más tiempo y la "San Antonio" y la
"Concepción" siguen sin aparecer. Cuando ya se teme lo peor aparece
un humo blanco y al poco tiempo una vela. Finalmente, la segunda también y los
dos barcos están a salvo! Ya ha pasado más de un mes entero de
continuadas exploraciones en las que se siguen dispersando los cuatro navíos
para agilizar la búsqueda de la salida. Esta vez la "Victoria" parte
al noroeste y las "San Antonio" y "Concepción" se adentran
por otros brazos de agua oscura. La pequeña "Victoria" desemboca en
un brazo que se ensancha por momentos y al cabo de media jornada de navegación
no deja lugar a dudas, de haber logrado salir al nuevo Océano Pacífico. Regresa
con júbilo celebrando salvas con sus cañones que al principio hacen temer un
desastre al siempre reservado Magallanes que ante tal noticia, una vez contado
el relato por el capitán de la Victoria se hecha a llorar de alegría por única
vez en su vida. Había estado en lo cierto desde el principio: ahora sólo tenía
que seguir las brisas cargadas de aroma de especias para alcanzar las Indias
Orientales.
Ya han pasado varios días y los otros dos barcos siguen sin aparecer lo
cual hace presagiar lo peor. Un día más tarde se divisa la
"Concepción" entre los canales de uno de los fiordos pero su
tripulación no sabe nada de la "San Antonio". El tiempo es bonancible
y no se encuentran restos de ningún desastre naval, lo que indica que el
"San Antonio" el navío más grande, el mejor pertrechado y el que
transportaba el mayor número de víveres ha desertado y regresado a
España. La alegría se contrapone a la enorme preocupación por continuar por un
nuevo océano sin apenas víveres y del que se desconoce cualquier información.
Finalmente deciden explorar las tierras del sur de Chile para tomar rumbo
Noroeste hacia un horizonte desconocido con la esperanza de alcanzar
las Islas Molucas que pensaba encontrar a poca distancia. Por desgracia, las
encalmadas son continuas. Al igual que la mayoría de los exploradores de su
época, Magallanes no tenía ni idea de las enormes distancias que debía recorrer
y, cuando llevaba más de un mes en alta mar sin avistar tierra, los tripulantes
empezaron a padecer hambre. La lenta navegación se alarga durante 3 meses y 20
días de sufrimiento en los cuales no encuentran ninguna tierra, mientras
sus hombres fallecen enfermos por el escorbuto y otras enfermedades.
El alimento podrido y las galletas con gusanos son un gran manjar, al
compararse con el cuero y los forros de las fogonaduras de los palos que son
ablandadas en agua de mar para poder ser despedazados y cocinados como comida.
El polvo de galletas es mezclado con serrín de madera para
adulterar el volumen y engañar al estómago. La maltrecha y diezmada tripulación
subsiste sin víveres y con la escasa agua podrida durante muchas semanas hasta
alcanzar las islas de Guam que ven aparecer como el esperado paraíso. Las islas
están habitadas por nativos que despreocupados les roban cualquier pertenencia
sin ninguna conciencia de mal. Una vez repuestos con agua fresca, frutas y
alimentos tienen que recorrer los poblados para requisar los bienes tomados por
estos nativos de la Micronesia.
Descubrimiento de las islas selváticas de Filipinas
Tras reponerse de esta interminable travesía del mar Pacífico alargada durante
medio año desde que abandonaron las frías costas de la bahía de San
Julian, Fernando de Magallanes decide continuar su periplo rumbo al Oeste
ayudado por los vientos alisios, y en sólo 12 días alcanza un extenso
archipiélago selvático con idílicas costas habitadas por amistosos indígenas.
Anclado en el actual Cebú, toma posesión en nombre del rey de España
nombrando a estas islas como las islas de San Lázaro. En su afán por
cristianizar, bautiza en la mañana del 16 de Marzo del año 1.521 a mil
indígenas entre ellos al Jefe tribal Humabón enfrentado
con LapuLapu jefe de la vecina isla de Matcán. Por ayudar al
reciente cristianizado Humabón, Fernando de Magallanes se involucra
y desembarca en Matcán con solo 50 hombres, pero es recibido por una nube de
flechas que le da muerte y deja malheridos a sus hombres. El jefe Humabón al
comprobar que los cristianos no son invulnerables les prepara una emboscada y
mata a otros 20 hombres de Magallanes. Son tantas las bajas que la expedición
sólo cuenta con 108 hombres insuficientes para los tres navíos llegados a las
Filipinas, por lo que deciden quemar la “Concepción” en peor estado y continuar
en dos de ellas.
Es a partir de este desgraciado incidente, cuando se hace cargo de la
expedición JUAN SEBASTIAN ELCANO.
Desde las actuales islas Bisayas (Filipinas), la expedición de Magallanes,
ahora de Elcano hace rumbo Suroeste hasta alcanzar las costas de la
gran isla de Borneo en donde el Sultán les acoge amablemente. Tras
hacer escala en Timor alcanzan las islas Molucas donde cargar las bodegas con
las apreciadas especias. Los portugueses allí establecidos les intentan
capturar por lo que se apresuran a salir de nuevo a la mar abandonando el navío
Trinidad que hundieron para que no fuera apresado por los portugueses.
Los 47 hombres que quedan aún vivos al mando de Juan Sebastián Elcano
navegan ahora hacia el Cabo de Buena Esperanza y alcanzan posteriormente las
portuguesas islas de Cabo Verde de las que tienen que salir de nuevo en huida
acosados por los portugueses. Tras un último esfuerzo, Juan Sebastián arriba
tras una dramática travesía en San Lúcar de Barrameda, el 6 de septiembre de
1.522, con solo 18 hombres y una nave.
Referencia de este texto: La web “FONDEAR.COM”
El relato de esta odisea, la del retorno de la expedición de Magallanes, al mando del marino vasco J.S. Elcano, merece ser contada en otro artículo .
Aunque ya han pasado las celebraciones de 500 aniversario (2022) de esta expedición, es tal su importancia que desde este club Náutico, deseamos insistir en su divulgación .
-- Agradecemos este artículo enviado por un socio.
miércoles, 7 de junio de 2023
HISTORIA DE LA CONSTRUCCIÓN NAVAL EN NAVIA
Este pequeño libro fotocopiado fue donado a la biblioteca de nuestro Club por Evaristo Fernández Prieto que fue Vicepresidente y Presidente de Honor de nuestro Club (2010 hasta su fallecimiento el 30 de julio de 2021). Su hijo, Mario Fernández, vocal actualmente de la Directiva, nos autorizó a su publicación.
lunes, 5 de junio de 2023
DÍA MUNDIAL DEL MEDIOAMBIENTE
jueves, 1 de junio de 2023
FAROS DE LA COSTA CANTABRICA
FAROS DEL CANTABRICO
F A R O S (W a E) |
Situación |
Alcance |
Altura |
Cabo
Ortegal |
43 46,3 N |
9 |
124 |
Estaca de Bares |
43 47,5 N |
25 |
101 |
Isla Coelleira |
43 45,5 N |
7 |
89 |
Punta
Roncadoira |
43 44,1 N |
21 |
94 |
San
Ciprián
(Atalaya) |
43 42,0 N |
15 |
41 |
A Pedra de Burela |
43 39,8
N |
7 |
14 |
Illa
Pancha (Ribadeo) |
43 33,4 N |
21 |
28 |
Tapia de Casariego |
43 34,4
N |
25 |
24 |
Cabo S. Agustín (Navia) |
43 33,8
N |
25 |
82 |
Luarca (Pta. Atalaya) |
43 33,0
N |
20 |
54 |
Cabo Busto |
43 34,1 N |
21 |
73 |
Cabo
Vidio |
43 35,6 N |
25 |
89 |
Pta.
Roballera (Cudillero) |
43 33,9 N |
25 |
30 |
Avilés
(Pta. del Castillo) |
43 35,7 N |
20 |
40 |
S.
Esteban de Pravia |
43 34,3 N |
14 |
20 |
Cabo Peñas |
43 33,9 N |
21 |
119 |
Candás
(Pta. del Cuerno) |
43 35,7 N |
13 |
40 |
Gijón.
Cabo de Torres |
43 34,3 N |
25 |
86 |
Tazones |
43 32,8 N |
15 |
121 |
Lastres |
43 32,1 N |
23 |
117 |
Ribadesella
(Mte. Somos) |
43 28,4 N |
21 |
112 |
Pta. de
S. Antón (Llanes) |
43 25,2 N |
20 |
70 |
43 24,0 N |
20 |
70 |
|
Punta Silla |
43° 23,6' N 04°23,5' W |
16 |
9 |
Punta Torco de Afuera (Suances) |
43° 26,5' N 04°02.6' W |
16 |
9 |
Cabo
Mayor |
43° 29,4' N 03° 47,5' W |
21 |
31 |
La Cerda |
43° 28,0' N 03°45,8' W |
8 |
11 |
Isla de Mouro |
43° 28,6' N 03°45,2' W |
11 |
18 |
Cabo de Ajo |
43º 30,8' N 03º 27,8' W |
17 |
11 |
Pta. El Pescador (Santoña) |
43° 27.9' N 03° 26,1' W |
17 |
13 |
Pta. El Caballo |
43° 27.1' N 03° 25,5' W |
12 |
6 |
Castillo de Sta. Ana (Castro U.) |
43° 23.1' N 03° 12.9' W |
20 |
16 |
Punta
Lucero (Rompeolas W) |
43 22,7 N |
23 |
14 |
Contradique de Algorta (W) |
43 20,5 N |
6 |
20 |
43 20,4 N |
11 |
24 |
|
Punta
Galea |
43 22,4 N |
19 |
84 |
Cabo Villano. Gorliz |
43 25,9
N |
22 |
165 |
Cabo
Machichaco |
43 27,2 N |
24 |
122 |
Cabo Sta. Catalina (Lekeitio) |
43 22,6 N |
17 |
46 |
Ondarroa (Rompeolas N) |
43 19,5 N |
12 |
15 |
Monte Atalaya (Zumaya) |
43 18,2 N |
12 |
41 |
Pta. de S. Antón (Guetaria) |
43 18,6 N |
21 |
93 |
Monte Igueldo (Donostia) |
43 18,6 N |
36 |
131 |
Isla de
Sta. Clara |
43 19,3 N |
9 |
53 |
Pta. de Senokozulúa (Pasaia) |
43 20,0 N |
9 |
50 |
Cabo la
Plata (Pasaia) |
43 20,1 N |
13 |
151 |
Cabo
Higuer (Hondarribia) |
43 23,6 N |
23 |
63 |
El alcance se indica en millas náuticas y la
altura en metros.
Fuentes:
www.farosdelmundo.com
faros.dcantabria.com
www.librodefaros.com
www.farosferrol.com