NOTA
martes, 31 de enero de 2023
ESTADO ACTUAL ESPIGÓN - PLAYA DE NAVIA
NAVIA - Presupuestos Regionales 09-01-2023
lunes, 30 de enero de 2023
domingo, 29 de enero de 2023
PIROTECNIA PELIGROSA
Comunicado de ANAVRE
RETIRADA COHETES DEFECTUOSOS
Todos habréis leído la noticia del accidente sufrido por un tripulante participante en la ARC debido a la explosión de un cohete paracaídas de fabricación española. La empresa fabricante ha ordenado la retirada del mercado del lote 113 del producto. Si tenéis dicho material en vuestra embarcación contactad con el vendedor o, directamente con la empresa LECEA en el número 945 317024 y os será sustituido gratuitamente.
martes, 24 de enero de 2023
jueves, 19 de enero de 2023
GALERNA 1912
La Galerna de la noche de Santa Clara, en Bermeo
Qué es una Galerna
Se trata de un fenómeno singular que se
produce en las costas septentrionales de España, aunque también puede ocurrir
más al norte, en la costa atlántica de Francia e incluso en el canal de la
Mancha. Es un fenómeno costero, que no afecta al interior terrestre y que se
produce con más frecuencia en primavera y otoño.
La galerna consiste en un temporal de fuerte viento racheado, con o sin lluvia, que se inicia de manera súbita cuando el tiempo es caluroso y apacible. Existen dos tipos fundamentales de galernas: las galernas típicas y las frontales.
En las galernas típicas, al
inicio, se produce un cambio repentino de dirección del viento, que pasa a
soplar del Oeste-Noroeste, con velocidades que pueden superar los 90 km/h,
aunque en la mayoría de las ocasiones no se alcanzan esas velocidades. Después
del cambio de viento suele producirse la entrada de bruma, la temperatura
desciende de forma brusca (hasta 12°C en 20 minutos) y la humedad relativa
aumenta hasta acercarse al 100%. Estas galernas suelen levantar la arena de las
playas, provocando con cierta frecuencia su desalojo, y también empeoran el
estado de la mar, pero no suelen tener consecuencias más graves.
Sin embargo, las galernas frontales
se producen cuando existe un frente de aire frío que avanza rápidamente por la
costa cantábrica. Este frente se asocia, en ocasiones, con la formación de una
ciclogénesis explosiva. Este fenómeno resulta extremadamente peligroso, ya que
las rachas de viento pueden superar los 150 km/h y el estado de la mar empeora
de forma drástica, generando un riesgo inminente para las embarcaciones, que
pueden llegar a zozobrar. Las galernas frontales pueden darse en cualquier
época del año, aunque su ocurrencia se limita a pocos casos cada década.
Los datos históricos de la galerna de
1912, de la que hablaremos en esta entrada, apuntan a que lo más probable es
que esta fuese causada por una violenta ciclogénesis en el golfo de Bizkaia.
Históricamente han tenido lugar otras galernas de características semejantes,
varias de ellas con consecuencias trágicas. Algunas de las más destacadas serían
las siguientes: 20 de abril de 1878, conocida como la galerna del Sábado de
Gloria; 12 julio 1908; 7 de julio de 1938; 26 junio de 1958; el 12 julio 1961;
el 6 de julio de 1969; 7 junio de 1987; entre otras. Hace menos tiempo, en
diciembre de 1999 y en enero del 2009, los ciclones Lothar y Klaus originaron
igualmente galernas de este tipo.
Aquel día de 1912
Hay una palabra seria, con regusto de sal
y de lágrimas, un galicismo hondo y temible, sonoro y lúgubre, que va siempre
enlazado al holocausto de las gentes pescadoras del Cantábrico: la galerna…”
(R.González Echegaray, 1981)
El verano es temporada de bonito en el
Cantábrico y, aunque la campaña no estaba resultando especialmente prolífica,
aquellos primeros días de agosto de 1912 las capturas se habían incrementado.
Quedaban pocos días para el 16 de agosto, fecha en la que se celebra San Roque
en Bermeo y, como cada año, los pescadores debían quedarse en puerto durante
varios días para celebrar la fiesta junto con sus familias. Durante las
fiestas, como era tradición, estaban previstas numerosas bodas en el pueblo;
aquel 1912 habrían de celebrarse ni más ni menos que treinta.
Pero antes de la fiesta tocaba faenar
una vez más, así que el 10 de agosto, la flota de Bermeo al completo, con unos
cuarenta barcos, zarpó rumbo a alta mar. La mayor parte de aquellos barcos
navegaban a remos y vela, ayudados de una brújula y solo unos pocos eran barcos
de vapor, que en los siguientes años acabarían por prevalecer, poniendo fin a
la tradicional navegación a vela.
Lancha Bonitera
propulsada a vapor
El día 12 de agosto, mientras los
pescadores vascos faenaban, se les acercaron barcos franceses, que en aquel
entonces disponían de rudimentarios barómetros cuyas lecturas les indicaban que
la llegada del mal tiempo era inminente. Ante la advertencia, el señero,
encargado de decidir si procedía regresar a puerto, avisó de que así lo
hicieran. Sin embargo, muchos decidieron quedarse; debían aprovechar esos
últimos cuatro días antes de la fiesta para seguir trabajando.
Aquella situación no era nueva, ya lo
habían hecho otras veces ante un temporal. Se trataba de arriar velas, sacar
mástiles y encerrarse en la bodega algunas horas mientras el mal tiempo
amainaba. Sin embargo, aquella noche del 12 al 13 de agosto no fue como otras
noches: esconderse no fue suficiente. A una distancia de entre cuarenta y
sesenta millas de la costa, donde aquellos barcos esperaban capear el temporal,
se desató con rapidez una de las galernas más hostiles de la historia del
Cantábrico. La mar arbolada y el viento furioso hicieron volcar algunas lanchas
y otras se partieron en pedazos. Los marineros cayeron al agua en la oscuridad
de la noche sin más esperanza que sus propias fuerzas para mantenerse agarrados
a los trozos de madera en los que se habrían convertido sus barcos.
De aquella noche han quedado para la
historia relatos trágicos y heroicos, como el de tres náufragos de un barco de
Lekeitio que, estando ya en el agua, hicieron una cruz amarrando dos mástiles
con un cabo; así, lograron pasar la noche agarrados a aquella cruz hasta que,
poco a poco, vencidos por el cansancio, dos de ellos se despidieron de la vida
engullidos por la mar. El tercero, Juan Daniel de Ezkurtza, patrón de la lancha
bonitera San Nicolás, increíblemente logró sobrevivir durante tres días,
habiendo divisado numerosos barcos a lo lejos, que no pudieron ver sus señas ni
oír sus llamadas. Al final, pudo ser rescatado por un arrastrero, ya a la
altura de Donostia. Se cuenta que, al subir a bordo, Daniel dijo a la tripulación:
“por mí, podéis seguir pescando y luego ya iremos al puerto”.
Lo cierto es que, pese a que hubo
supervivientes, el resultado de aquella noche de Santa Clara fue dramático: el
balance total fue de 143 muertos, de los cuales 116 eran de Bermeo, 16 de Lekeitio,
8 de Elantxobe y 3 de Ondarroa. Durante la noche y los siguientes días, el
pueblo enteró se agolpó en el muelle, esperando la llegada de lanchas que
hubieran podido sortear la galerna. Algunas de las que regresaron lograron
guarecerse en el puerto de Santander, pero muchos nunca pudieron volver. El
impacto de la tragedia en Bermeo fue tal que los muertos supusieron el 1% del
total de la población en aquel 1912. Muchas de las treinta bodas previstas
nunca se celebraron, setenta y cinco mujeres quedaron viudas y doscientos
veinticinco niños crecieron siendo huérfanos. El promedio de edad de los
desaparecidos fue de veintinueve años. Bermeo entero tuvo familiares ahogados.
Los pocos supervivientes de la noche de
Santa Clara fueron rescatados exhaustos. La tragedia formaría parte
irremediable del resto de su vida desde entonces; aun así, muchos de ellos
seguirían enfrentándose a la mar a diario para poder ganar su sustento.
La noticia se difundió con gran pesar a
través de todos los periódicos de España y algunos del extranjero. El día 22 de
agosto, se celebraron los funerales oficiales en la iglesia de Santa María de
Bermeo, a donde acudió el rey Alfonso XIII, varios ministros, militares,
obispos, etc. El rey se interesó por las mejoras que habría que garantizar para
mejorar la seguridad de los marineros. Llegaron ayudas para las familias por
parte de ciudadanos anónimos, ayuntamientos y gobiernos, en forma de donaciones
y suscripciones públicas, dado que no existía protección social alguna.
Tras la galerna, las cofradías de
pescadores solicitaron a las instituciones que revisaran la seguridad de los
pescadores. Entre las peticiones se encontraba la creación de puertos de
refugio y de una flotilla de buques de salvamento, escuelas de pesca, así como
la implantación de motores en las lanchas pesqueras.
Sobre todo, llama especialmente la
atención la petición de que se estableciese un sistema de alarma compuesto de
observatorios meteorológicos locales que avisaran con rapidez de la llegada del
mal tiempo. La importancia de este tipo de comunicaciones resulta evidente al
observar el hecho de que todos los fallecidos en la galerna eran vizcaínos,
mientras que entre las víctimas no hubo ni un solo pescador guipuzcoano. La
razón de esta situación fue que el padre Orkolaga, meteorólogo aficionado y
fundador del Observatorio del Monte Igueldo, en San Sebastián, pudo prever la
galerna observando la rápida caída de la presión atmosférica y puso un aviso a
los pescadores en la entrada del puerto. Gracias a este aviso, ninguna lancha
guipuzcoana zarpó aquel día.
En 1913, un año después de la catástrofe
anticipada por el padre Orkolaga, el Observatorio del Monte Igueldo instaló
telegrafía sin hilos. A partir de aquel momento, los pescadores del Cantábrico
siguieron con atención las indicaciones de este observatorio local.
El recuerdo en Bermeo
Esta historia ha estado muy presente en
Bermeo desde aquella lejana noche de 1912, pero regresó al primer plano de la
actualidad en su centenario, en 2012, en gran parte gracias a la extraordinaria
película documental del bermeano Jabi Elortegui. La película, “Galerna, el infierno en la mar” explica en detalle lo acaecido durante aquellos días y recoge, además,
valiosísimos testimonios de historiadores, meteorólogos, nietos de aquellos
pescadores y supervivientes de otros naufragios.
Además, el grupo Galerna Taldea organiza
cada 12 de agosto un evento para rendir homenaje a los fallecidos de 1912 y a
toda la gente desaparecida en la mar. Durante varios días se realizan actividades
conmemorativas, cuyo momento más emotivo es el anochecer del 12 de agosto. En
ese momento, los barcos y lanchas de Bermeo salen del puerto en procesión,
iluminados únicamente con pequeños farolillos, y realizan una ofrenda floral en
la mar.
Bermeo también dispone de un fantástico
Museo del Pescador en el que, además de profundizar en esta historia, se puede
entender mejor cómo es la vida de los pescadores.
Por último, destaca, como homenaje a los
familiares de los pescadores, un conjunto de esculturas de Enrike Zubia, titulado “Badatoz” (Ya
vienen), que hace referencia precisamente a esos familiares que esperan a que
lleguen los pescadores. En el puerto también podéis ver otra obra del mismo
escultor “Azken olatua, azken arnasa” (La última ola, el último
aliento), dedicada a las personas que han perdido la vida en la mar
GALA DEL DEPORTE DE NAVIA 2023
HOMENAJE AL EXPILOTO DE TURISMOS NAVIEGO "LUIS VILLAMIL"
Una persona muy vinculada por lazos familiares a nuestra Villa, especialmente en sus veraneos desde su establecimiento en la capital Madrid. Era habitual verlo realizando las actividades deportivas de natación, remo y todo tipo de actividades acuáticas. En los años 1988, 1989 y 1995 fue Campeón de España de Turismos.
miércoles, 18 de enero de 2023
COLOCACIÓN ESCALERAS DE ATRAQUE - RECINTO MUELLE -
CABALGATA DE REYES
miércoles, 11 de enero de 2023
TEMPORAL EN EL MEDITERRÁNEO
martes, 10 de enero de 2023
FALLECE TOÑO DEL MODERNO
miércoles, 4 de enero de 2023
VAPOR "EVARISTO"
martes, 3 de enero de 2023
PRIMER NAVEGANTE SOLITARIO EN DAR LA VUELTA AL MUNDO
"Navegando en solitario alrededor del mundo" : Joshua Slocum
El navegante profesional, Alper Günora, comenta el famoso libro
Cuando tenía diez años, leí La isla del tesoro de R. L. Stevenson, novela que me hizo sentir curiosidad por el mundo. Fue entonces cuando, en los mapamundi, estudié los océanos y las islas soñando con los días en que viajara a aquellos lugares. Desde los 15 años, cuando elegí la vela como profesión, he trabajado en diferentes puestos, desde el lavado de velas hasta la gestión de todo un buque de guerra, por desgracia, todavía no he podido cruzar ningún océano a vela, pero sí hay una ruta que me gustaría seguir algún día y algunos puertos que querría visitar. Uno de los libros que leí fue la historia del capitán Slocum. Slocum creció en una familia de navegantes y se convirtió en marinero a muy temprana edad, siendo luego capitán durante varios años y viajando por China, Australia, Japón y Alaska. Joshua cruzó los océanos muchas veces, hasta que, un buen día, se instaló en Fairhaven.
Más tarde, se convirtió en el primer navegante en dar la vuelta al mundo en solitario, navegación que hizo a bordo de su velero Spray a finales del siglo XIX. Publicó su historia bajo el título de: «Sailing Alone Around The World» —Navegando en solitario alrededor del mundo—. El lenguaje del libro es simple, con una narración tan fluida que hace que el lector se sienta como si estuviera viajando a bordo del Spray. Al principio cuenta que, cuando fue desguazado el último barco del que fue capitán durante muchos años, se sintió vacío por algún tiempo hasta que, un buen día, un amigo se acercó a Fairhaven y le dijo: «Encontré un barco para ti.»
Por algún tiempo, después de las reparaciones solía ir a pescar, aunque, según sus propias palabras, «no era lo suficiente astuto como para engañar a los peces». Mientras tanto, decidió comenzar un viaje alrededor del mundo y zarpar de Boston el 24 de abril de 1895. Cuando partió, pensó que el arco iris que vio en la proa parecía estar inclinándose hacia su barco, hecho que interpretó como que un ángel estaba embarcando a bordo.
HISTORIAS DE NÁUFRAGOS REALES
Historias de supervivencia en el mar que nos muestran como el ser humano es capaz de adaptarse y soportar las más duras condiciones de supervivencia.
Álvar Núñez Cabeza de Vaca (finales siglo XV) cuenta la historia de los cuatro supervivientes
de la expedición española a Florida donde quedaron prisioneros de los indios
durante 8 años y lograron atravesar a pie todo el suroeste americano o la
historia del escocés Alexander Selkir quien se convirtió en el
náufrago más famoso de la historia gracias a la novela «Robinso Crusoe» a
la que inspiró su naufragio después de haber permanecido cuatro años y cuatro
meses aislado en una isla desierta.
Ahora, en este artículo nos centramos en algunos casos
más recientes de historias de náufragos que han logrado sobrevivir a
excepcionales y duras condiciones de supervivencia.
1.-STEVEN CALLAHAN, 76 DÍAS EN UNA BALSA
SALVAVIDAS:
El navegante solitario Steven Callahan naufragó
en 1982 mientras cruzaba el Océano Atlántico rumbo a la Antigua, tan solo siete
días después de haber dejado la Isla del Hierro desde las Islas Canarias.
El “Napoleon Solo” era un barco de diseño y construcción propia de tan solo 6,5 metros de eslora. El 29 de enero, durante una pequeña tormenta, el barco sufrió una colisión con una ballena produciendo una fuerte vía de agua que llevó a que el “Napoleon Solo” se hundiera inevitablemente en medio del Océano Atlántico. Antes de hundirse el barco, Callahan tuvo el tiempo suficiente para poder hinchar la balsa salvavidas y meter a bordo algo de equipo de emergencia, pudiendo salvar un kit de primeros auxilios, cartas náuticas, bengalas de humo, un saco de dormir, un arpón, un cojín, algo de comida, 4 litros de agua, dos destiladores solares y el manual de supervivencia de Dougal Robertson.
La balsa salvavidas ayudada por los vientos alisios y por la Corriente Ecuatorial Sur, recorrió más de 1.500 millas a través del Océano Atlántico durante 76 días de pura supervivencia. Cuenta como tuvo que recolectar agua de la lluvia, pescar y cazar aves para poder sobrevivir. Durante los 76 días que duró su naufragio divisó algunos buques pero estos no lograron ver las bengalas y señales efectuadas desde la pequeña balsa salvavidas.
El 20 de abril de 1982 consiguió divisar el horizonte
de la Isla de Marie Galante, al suroeste de Guadalupe y con la ayuda de un pescador
finalmente pudo llegar a tierra.
Tras esta dura experiencia, Steven Callahan transforma
su vida y empieza a escribir libros de supervivencia, destacando “Adrift,
Seventy Six Days Lost at Sea”.
2.-BILL Y SIMONE BUTLER: 66 DÍAS DE
SUPERVIVENCIA EN EL MAR
La pareja norteamericana William Butler de 60 años y
Simone Butler de 52 años vieron como su embarcación “Siboney” de 38 pies de
eslora se hundía el 15 de junio de 1989 a 1200 millas al suroeste de Costa Rica
después de colisionar de noche contra un grupo de ballenas y de recibir un
fuerte coletazo en el costado de babor del barco de una de ellas, abriendo una
rápida y grande vía de agua.
Bill y Simone Butler pudieron sobrevivir a bordo de su
balsa salvavidas durante 66 días y en la que solo tuvieron 15 minutos de
tiempo para poder hinchar la balsa salvavidas y meter dentro una potabilizadora
manual PUR Survivor 34, cinco latas de comida, dos cajas de galletas, un bote
de mantequilla de cacahuete, dos bidones de agua y algunos aparejos para la
pesca. También llevaban a bordo de la balsa dos mantas, un cuchillo, un compás
y tres bengalas.
Racionando la comida que llevaban a bordo pudieron
alimentarse durante los primeros 30 días, el resto tuvieron que sobrevivir a
base de pescado crudo, una tortuga que cogieron con sus propias manos y tres
litros de agua diaria que podían hacer gracias a su potabilizadora portátil.
66 días después Bill y su mujer fueron rescatados por
una patrullera de Costa Rica a tan solo 13 millas de la costa.
3.-JOSÉ SALVADOR ALBARENGA: 13 MESES A LA
DERIVA EN EL OCÉANO PACÍFICO
Dos pescadores salvadoreños desaparecieron en
diciembre de 2012 pocos días después de haber puesto rumbo desde Chiapas,
Méjico a El Salvador en un barco de pesca de tiburones.
Su embarcación, una pequeña motora de 7 metros de
eslora quedó averiada y sin ningún sistema de propulsión después de sufrir una
dura tormenta, quedando a merced de las corrientes del Pacífico que durante más
de un año lo desplazaron a lo largo de 6.700 millas hasta llegar el 30 de enero
de 2014 a las Islas Marshall.
Solo José Salvador Albarenga logró sobrevivir a base
de pescado crudo, aleta de tiburón, tortugas, pájaros pequeños y bebiendo agua
de la lluvia y sangre de tortuga cuando las lluvias escaseaban. Su compañero de
pesca Ezequiel Córdoba de tan solo 15 años de edad murió 4 meses después de
quedar a la deriva al perder la esperanza y no ser capaz de resistir las duras
condiciones de supervivencia, muriendo de sed y hambre. Después del
fallecimiento de Ezequiel, Alverenga dijo haber estado a punto de suicidarse
pero que su fe religiosa y el amor hacia su familia le hicieron mantenerse con
vida.